La epilepsia se arrincona como enfermedad normal y la sociedad la ve como el estado de una persona. Esto puede causar distancias a la persona, miedo y marginación y a la hora de enfrentarse a una crisis de un enfermo con epilepsia las personas no saben cómo actuar.
En el ámbito social la epilepsia no sólo se ve como una enfermedad. Son los prejuicios que se han formado en la historia y como en la Edad Media, es algo oscuro y peligroso. Su desconocimiento causa miedo y una curiosidad malsana hacia los enfermos en vez de apoyarlos. Existe el estigma de asociar invariablemente la epilepsia con un retraso mental o psíquico siendo que es una enfermedad neuronal que no afecta al C.I.
En el ámbito laboral tienen que silenciar su epilepsia para que les contraten, aunque tengan unos conocimientos altos y, sin embargo, se tienen menos bajas que otras patologías. Hay despidos por padecer epilepsia, aunque la persona no haya tenido ninguna crisis en su trabajo. Sólo por tenerla.
En el ámbito escolar el niño padece por parte de los compañeros un potencial riesgo de acoso y posible maltrato. Esto causa una mayor baja autoestima y aislamiento social. También un abandono precoz de la escuela. Rodeado con este ambiente el niño muestra un mayor absentismo hacia sus estudios, sumando también la toma de la medicación diaria y la enfermedad. El cambio de colegio o que los padres oculten la enfermedad por miedo al bullying todavía es habitual.
El hecho de tener epilepsia es a menudo más perjudicial que la enfermedad. Las mismas personas con epilepsia tampoco están informadas y a la hora de afrontar las barreras que pueden causarle el tenerla su estado emocional puede ser negativo sólo por padecerla. La medicación y sus efectos secundarios influyen también para causar un estado anímico como irritabilidad, depresión, subestima y a veces ideas de suicidio.
Una persona con epilepsia siempre ha tenido dudas si puede conducir o no y hay controversias en unas fuentes de información o en otras. Aquí te indico el BOE donde pone las leyes de tráfico para conducir las personas con alguna discapacidad. En nuestro caso, depende del tipo de crisis que padezcamos y el carnet que tengamos, y puede variar el tiempo para que podemos conducir otra vez.
Para el carnet de usuario B hay que pasar un año después de que dé la última crisis para poder conducir.